Hamlet y la soledad

Siguiendo con la temática lúgubre, hoy vengo con una reflexión de una de las obras de teatro más reconocidas de la literatura universal.

"Hamlet".

El pobre Hamlet, el personaje principal, es un príncipe que de pobre no tenía nada pero que estaba torturado en parte por el fantasma de su padre, quien lo lleva a descender en un espiral vengativo lunático y frenético donde, además de asesinar al padre de su novia, su sed de venganza lo termina llevando a la locura y, a pesar de que escapa de las garras de la muerte en varias ocasiones, al final se ve obligado a enfrentarse al tremendo problemón que se había formado y por supuesto muere, de alguna manera, como consecuencia nos sólo de la locura de sus actos sino de los engaños y complots perpetuados por los demás personajes.

Aquí vale le pena detenerse un momento. Por supuesto, si se quiere hacer un análisis más profundo recomiendo la lectura completa de la obra o por lo menos vérsela si tienen la oportunidad. Más allá de las representaciones directas, tal vez inconscientemente, que hace Shakespeare en esta obra en torno a la salud mental, como se evidencia con el suicidio de Ofelia, también podemos ver un profundo reconocimiento de la naturaleza humana y su diversidad de la manera más cruda. Esto es algo que encontramos a lo largo de sus otras obras, resalto también "King Lear" o, por supuesto, "Romeo y Julieta". No obstante, Hamlet tiene una cualidad particular a mi parecer y es que hay una representación muy cruda de la humanidad a través de una de las temáticas más problemáticas de la condición del ser humano: la soledad.

La soledad es una temática no sólo prevalente en la literatura sino una preocupación que permanece pertinente hoy en día, en especial cuando se habla del sentirse solo cuando se está acompañado. Resulta extremadamente curioso que en una época el mundo está híper-conectado, abunda en exceso sentimientos afines o derivados de la soledad. En relación a la obra, parece que, si observamos atentamente, los sucesos que se desenvuelven en las escenas más reconocidas de Hamlet parecen ser una consecuencia directa o indirecta del sentimiento profundo de soledad e incomprensión por parte de su protagonista. Por supuesto que hay factores que median la catástrofe que sucede al final pero entendiendo cómo parece que todos los personajes terminan afectados de alguna manera u otra de las acciones derivadas de Hamlet, me pregunto ¿qué es más humano que la soledad? Parece que pocas cosas son tan humanas como el estar solo, pero sabiendo que la vida siempre tiene momentos en los que nos lleva a sentirnos desprovistos de apoyo y compañía a pesar de que, objetivamente, esto no sea cierto, parece que el sentirse solo también hace parte natural del ciclo vital del ser humano. Sin embargo, basta con leer un corto resumen de lo que sucede en esta obra para deducir que el sentimiento de soledad en desmedidas proporciones es un excelente detonante para males mucho peores como la locura, el suicidio, el engaño y por supuesto: la masacre. 

Desde el inicio de la obra Hamlet aparece como un personaje aislado y excéntrico: torturado por las visiones de su padre, las conspiraciones de su tío, el pseudo-adulterio de su madre y desprovisto de cualquier tipo de amistad sincera. En consecuencia a la soledad de Hamlet tenemos otros damnificados: Ofelia, es la primera que se nos viene a la mente, porque literalmente ella termina ahogándose en sus penas tras un muy confuso y psicológicamente tortuoso cuasi-noviazgo con Hamlet. Rosencrantz y Guildenstern, los supuestos amigos de toda la vida de Hamlet, mueren también por traidores y, francamente, por malos amigos, al rendirle pleitesía al Rey Claudio y seguirle la cuerda en sus planes maléficos. Por lo tanto, al leer de manera atenta la brillante ejemplificación que Shakespeare nuevamente nos trae acerca de las motivaciones y comportamiento humano, encontramos que la soledad de Hamlet es no sólo uno de los detonantes de la cadena de eventos desafortunados que le siguen al primer acto, sino un llamado también al profundo malestar que produce los sentimientos de aislamiento, bien sean reales o percibidos.

Termino de escribir esto hoy, queridos lectores porque la soledad siempre ha sido un tema de interés para mí, no solo desde el punto de vista literario sino clínico y, por supuesto, personal. No creo que haya una persona en el mundo que de vez en cuando no se sienta absolutamente sola y creo que la vida a veces nos pone en situaciones donde el sentimiento de soledad debe verse más como un llamado a enfrentarnos a nuestros demonios y a los retos que la vida misma trae de manera implícita que interpretado como un sentimiento de "inadequacy". Creo que es hora también de reevaluar un poco lo que significa la soledad. Hamlet ejemplifica excepcionalmente una situación donde la soledad no solo es excesiva, sino también auto-generada por el mismo personaje que se aleja de todo el mundo y se adentra en un mundo de locura. Eso es lo que sucede cuando nos aislamos del mundo y cuando nos creemos una historia que no es del todo cierta. No es que estemos solos en el mundo, es que cada persona es un mundo y debemos trabajarlo internamente para poder aspirar a compartirlo con otras personas de una manera sana y constructiva para la sociedad. Hoy en día tan fácil sentirse solo y triste, principalmente por el paradigma de la comparación que se facilita a través de medios digitales y por la falsa creencia que el estar acompañado es mejor que estar solo, que se nos olvida que a veces es mejor estar solo y luchar por la vida que nos merecemos, que estar acompañado por personas que lamentablemente no nos brindan un apoyo sólido, un cariño bueno o un amor sano.

Y con estas palabras los dejo, espero, sintiéndose más acompañados.


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